Nuestra Señora de la Estrella de la Villa de Enciso

N^ra S^ra DE LA ESTRELLA, / DELA VILLA DE ENCISSO (al pie de la imagen)

Ann Heylan

Bajo una estrella de ocho puntas, y entre las cortinas abiertas de un dosel, se representa a la Virgen de la Estrella de Enciso. La talla, sedente, descansa sobre una silla de brazos prominentes y rematados por sendas bolas. Viste una amplia túnica y manto, cuyos profusos pliegues ocultan las rodillas donde reposa el Niño. Este, con camisa abierta, sostiene en su mano un pajarillo, que acerca a la diestra materna. Ambas figuras acercan sus rostros para mirarse con serena ternura.

La Virgen de la Estrella de Enciso es una imagen datable estilísticamente como flamenca y de inicios del siglo XVI. No obstante, su leyenda la hace mucho anterior, contándola entre una de tantas que, venerada en Castilla antes de la invasión musulmana, hubo de retirarse y esconderse, con esta, en el norte peninsular, hasta reaparecer vinculada a un milagro.
Son diversas las versiones de este relato y múltiples los que, sumándosele ya en la Edad Moderna, continuaron difundiendo la fama milagrera de la efigie mariana. Destacamos la de la aparición de una estrella que guió hasta Enciso a los que la portaban para su resguardo, cuando en la noche les trataron de asaltar unos ladrones. Este milagro propició la nueva advocación de la talla, que pasaría a incorporar una estrella de plata sobre su frente en 1639.
Puede ser esta la que recoge el grabado sobre el halo de la Virgen, entre el dosel o cortina que generalmente la ocultaba, para descubrirla sólo las grandes celebraciones. Aunque la corona de la imagen se corresponde con la de la talla actual, esta incorporó en el siglo XVIII una aureola de rayos, que también ganó el Niño.
De este modo, la efigie se nos muestra cómo se veneraría en su santuario en el momento de apertura de la lámina, hacia 1646. Desde 1653 pasó a descansar en su monumental retablo, dotado, ya en el XVIII, de camarín.
La edición de esta estampa coincide con el momento posterior a unas milagrosas apariciones que, entre 1639 y 1640, habían acontecido a un pastor de la villa, causando gran revuelo. En una de ellas interviene la efigie mariana, que ve disparada entonces su popularidad y su patrimonio. Esto explica la tirada de 1000 estampas como la que analizamos, documentada en las cuentas de la iglesia por el pago de 85 reales a Juan Marín. Se anota que este las había traído de Granada “este segundo año”, por lo que se puede considerar que Anna Heylan las grabara en los inmediatamente anteriores.

Biblioteca Nacional de España. INVENT/36083 BIS
http://catalogo.bne.es/uhtbin/cgisirsi/x/0/0/57/5/3?searchdata1=3684327{CKEY}&searchfield1=GENERAL^SUBJECT^GENERAL^^&user_id=WEBSERVER

Se ha propuesto (Moreno, 1990: 207) que el encargo de esta estampa llegara desde el santuario riojano hasta el taller granadino de Anna Heylan a través de la figura del consejero real José González de Uzqueta. Este era natural de Arnedo, a cuyo partido judicial pertenece la Villa de Enciso, y Anna Heylan ya había abierto otra estampa mariana a su devoción: la de la Virgen de la Antigua.

Álvarez Clavijo, M. T. (1997). La Virgen de la Estrella de Enciso (La Rioja). Berceo, 132, 58-81

Carrete Parrondo, J., Checa Cremades, F. y Bozal, V. (1987). El grabado en España (ss. XV-XVIII). Summa Artis. Tomo XXXI. Espasa-Calpe, pp. 236-237.

Carrete Parrondo, J., Vega González, J. y Fernández Delgado, Javier (1981). Estampas. Cinco siglos de imagen impresa (p. 52). Ministerio de Cultura – Dirección General de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas – Subdirección General de Museos, p. 52.

Moreno Garrido, A. (1990). La iconografía de la Virgen de la Antigua en el grabado granadino del siglo XVII: una plancha inédita de Ana Heylan. Cuadernos de arte de la Universidad de Granada, 21, 205-210.