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Correspondencias. (Proyecto Orbis Imagines. Dir: Reyes Escalera Pérez. Universidad de Málaga). Disponible en https://orbisimagines.iarthislab.eu/correspondencias/correspondencias/ [2 de diciembre de 2024 18:46]
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(2024) 'Correspondencias', Orbis Imagines, 2 de diciembre de 2024. Disponible en: https://orbisimagines.iarthislab.eu/correspondencias/correspondencias/ (Consultado: 23 de diciembre de 2021)
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, “Correspondencias”. Orbis Imagines. 23 de diciembre de 2021. https://orbisimagines.iarthislab.eu/correspondencias/correspondencias/
Desde los primeros tiempos de la conquista americana hay constancia de que los soldados peninsulares llevaron sus devociones particulares mediante algún tipo de amuleto protector en forma de estatuillas, láminas de cobre o estampas. Acerca de estas últimas era frecuente, ya desde comienzos del siglo XVI, que se vendieran a los peregrinos y devotos en las santerías de las iglesias donde se veneraba una imagen de gran aceptación popular. En el caso de Andalucía, debido a su vinculación con la Carrera de Indias, los fieles comenzaron a embarcarse con este tipo de láminas, donde se representaba una imagen concreta en forma de trampantojo a lo divino junto a una cartela informativa, que les acompañaría en sus plegarias durante la larga travesía atlántica. Una vez llegado a sus lugares de destino, en señal de agradecimiento y anhelo por un buen porvenir en tierras lejanas, encargarían a algún pintor local la traslación pictórica de la composición para que fuese venerada en un altar, dentro del oratorio particular de la familia o bien en la iglesia más cercana donde acumulara seguidores. De este modo se fue desplegando un extenso imaginario devocional andaluz a lo largo de numerosas poblaciones americanas que tuvieron en los grabados un vehículo fundamental de transmisión espiritual.
Por otro lado, el surgimiento de nuevos cultos a partir de la evangelización llevada a cabo por el clero secular y las órdenes religiosas en los virreinatos americanos desembocó en una intensa campaña de legitimación que se sirvió de una serie de fuentes impresas sobre dichas leyendas aparicionistas acompañadas de sus correspondientes ilustraciones. Con la idea de propagar estas devociones llegaron a tierras andaluzas algunos de estos textos para ser reimpresos en talleres locales. Así por ejemplo, la tercera edición de volumen Felicidad de México de Becerra Tanco vio la luz en Sevilla en 1685 acompañado por cuatro estampas del célebre burilista Matías de Arteaga con las apariciones de la Virgen de Guadalupe al indio Juan Diego. Montes documenta en el libro Sevilla guadalupana. Arte, historia y devoción(Sevilla, 2015) el envío de tres cajones de ejemplares que, junto a otras remesas, contribuyeron a difundir el diseño de estas estampas hasta tal punto que se convirtieron en los referentes a seguir para los artistas novohispanos en sus creaciones guadalupanas. En otros casos, las imágenes producidas estuvieron relacionadas con las fiestas de beatificación y canonización en torno a una figura religiosa de procedencia americana, que tuvieron en sus respectivas órdenes a los principales promotores de estas empresas. Con la finalidad de ganar adeptos entre los fieles sevillanos, los dominicos de San Pablo el Real patrocinaron, ya adentrado el siglo XVIII, una llamativa estampa con la imagen de la santa venerada en su convento. El mismo fenómeno se produjo entre los mercedarios de Cádiz quienes encargaron al afamado grabador sevillano Diego de San Román y Codina una lámina con la copia de la Virgen de la Merced Peregrina de Quito que habían entronizado en un altar de su iglesia tras el paso de la talla original procedente de la región andina. Fue tal el grado de devoción alcanzado que a finales del siglo XVIII las imprentas gaditanas reprodujeron el modelo en diferentes versiones dando a conocer esta singular versión andaluza de una réplica americana.
En esta sección se incluirán las estampas andaluzas y sus “correspondencias”, muchas de las cuales serán americanas, aunque podemos comprobar que numerosos artistas de la península también se sirvieron de estas láminas para realizar sus composiciones.
Francisco Montes González