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I. La estampa devocional. (Proyecto Orbis Imagines. Dir: Reyes Escalera Pérez. Universidad de Málaga). Disponible en https://orbisimagines.iarthislab.eu/estampas/i-la-estampa-devocional/ [6 de noviembre de 2024 02:07]
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(6 de noviembre de 2024). I. La estampa devocional. Orbis Imagines. https://orbisimagines.iarthislab.eu/estampas/i-la-estampa-devocional/
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. "I. La estampa devocional". Orbis Imagines, Universidad de Málaga, 6 de noviembre de 2024, https://orbisimagines.iarthislab.eu/estampas/i-la-estampa-devocional/
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(2024) 'I. La estampa devocional', Orbis Imagines, 6 de noviembre de 2024. Disponible en: https://orbisimagines.iarthislab.eu/estampas/i-la-estampa-devocional/ (Consultado: 25 de octubre de 2020)
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, “I. La estampa devocional”. Orbis Imagines. 25 de octubre de 2020. https://orbisimagines.iarthislab.eu/estampas/i-la-estampa-devocional/
La estampa religiosa tuvo una gran difusión en la Edad Moderna entre las clases populares, que demandaban imágenes de su devoción –Cristos, Vírgenes o santos- para disponerlas en sus casas, llevarlas consigo en escapularios, relicarios y medallas. o incluso cosidas en la ropa para proteger a su poseedor. El valor de las mismas no dependía de su calidad artística sino de sus poderes milagrosos, sirviendo de talismán y protección para sus poseedores, por lo que devotos, conventos, parroquias o cofradías se convirtieron en clientes de los grabadores que ejercían su oficio en la ciudad. Esta necesidad de transmitir sus devociones también propició que las órdenes religiosas acudieran a burilistas para encargar estampas de sus nuevos beatos o santos, así como cabildos civiles y eclesiásticos requerían el trabajo del grabador para difundir imágenes de los santos patrones de la ciudad o solicitaban aleluyas para lanzarlas en los días festivos.
Estas estampas eran vendidas en sacristías, conventos o parroquias, aunque también eran los libreros quienes las tenían entre sus mercaderías, siendo muy habitual que los estamperos, los ciegos y los buhoneros pregonasen su venta junto a rosarios y pequeñas pinturas. Solían ser más baratas y de peor calidad que las que ilustraban los libros, y muchas de ellas estaban realizadas por burilistas locales.
La imagen más numerosa entre estas estampas populares es la Virgen, en sus diferentes advocaciones. Muchas de ellas se representan en su retablo, altar o camarín, con joyas, coronas, vestidas con sayas y mantos lujosos, y acompañadas de cortinas, angelitos, lámparas, candelabros y jarrones de flores. Estas imágenes, como tan acertadamente denominó Pérez Sánchez, “trampantojos a lo divino”[1], tenían el poder de transmitir la sensación de que el devoto se hallaba ante la imagen original, participando de su carácter milagrero y su poder apotropaico, sustituyéndola, por tanto, eficazmente. También era habitual que estas imágenes se consideraran los “verdaderos retratos”, como en muchas ocasiones aparece en las inscripciones a los pies de las mismas, lo que les confiere una mayor eficacia. Muchas de ellas también eran portadoras de indulgencias si se rezaba ante ellas, de igual modo que si se hacía delante de la imagen a la que representaban.
También el culto a los santos promovió la creación de numerosas estampas, solicitadas por las órdenes religiosas que promocionaban a sus fundadores y daban a conocer a sus nuevos beatos y santos, que en muchas ocasiones completaban con el relato de sus milagros o hechos heroicos de sus vidas, o bien podían ser requeridas por cofradías, parroquias o fieles. El considerable número de imágenes que se podían grabar y el bajo coste debía facilitar, sin ninguna duda, el conocimiento por parte de los fieles de estos personajes.
- Pérez Sánchez, A. E. (1992). Trampantojos a lo divino. Lecturas de Historia del Arte, III, 139-155. ↵