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II. Libros ilustrados. (Proyecto Orbis Imagines. Dir: Reyes Escalera Pérez. Universidad de Málaga). Disponible en https://orbisimagines.iarthislab.eu/estampas/ii-libros-ilustrados/ [2 de diciembre de 2024 18:09]
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(2 de diciembre de 2024). II. Libros ilustrados. Orbis Imagines. https://orbisimagines.iarthislab.eu/estampas/ii-libros-ilustrados/
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(2024) 'II. Libros ilustrados', Orbis Imagines, 2 de diciembre de 2024. Disponible en: https://orbisimagines.iarthislab.eu/estampas/ii-libros-ilustrados/ (Consultado: 25 de octubre de 2020)
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, “II. Libros ilustrados”. Orbis Imagines. 25 de octubre de 2020. https://orbisimagines.iarthislab.eu/estampas/ii-libros-ilustrados/
En el siglo XVII se consolida el uso del grabado calcográfico para la ilustración de libros frente a la entalladura, dejando las imágenes grabadas en madera para motivos decorativos que se solían disponer al final de cada una de las secciones o en el colofón.
Estas estampas suelen disponerse en los frontispicios, que se plantean como portadas arquitectónicas, arcos de triunfo, fachadas o retablos de estética manierista o barroca que ocupan la página completa y dejan espacios libres para disponer los datos de la obra: autor, título, dedicatoria y pie de imprenta -editor, ciudad y fecha-. Constituyen una importante síntesis de lo que el lector encontraría en su interior, utilizándose como reclamo, predeterminándole y orientándole. Muchos de ellos presentan un interesante contenido alegórico en el que convergen la retórica y la retórica visual, y van dirigidos a un público intelectual que debía discernir el mensaje que se le ofrecía –doctrinal, político o propagandístico-. En ocasiones eran imágenes herméticas que se acompañan de textos en latín por lo que es habitual que, como escribe José Manuel Matilla Rodríguez[1] el autor incluya la explicación del programa visual de la portada en su texto. No obstante, en ocasiones podemos comprobar que la portada no corresponde con la temática del libro, tratándose en esta ocasión de un asunto que se vuelve complejo puesto que una misma plancha podía reutilizarse para más de un libro.
En el interior del libro también se pueden hallar escudos nobiliarios o reales, retratos, mapas, alegorías religiosas, figuras mitológicas y un sinfín de imágenes relacionadas con la temática del impreso.
Aun siendo constatable el encarecimiento del coste de edición que suponían dichas imágenes grabadas, fueron muchos los lectores que comenzaron a acaparar entre sus bienes libros ilustrados. Ese precio elevado supuso que fuera una minoría culta la que podía comprarlos, sin olvidar que en la España de la época era muy elevada la tasa de analfabetismo, por lo que se podían considerar objetos de lujo fuera del alcance de las clases populares.
Los más numerosos son panegíricos que narran la vida y hechos memorables de personas que destacaron por su santidad, que eran sufragados por órdenes religiosas o feligreses como un medio más para aportar a las causas de beatificación o canonización. Y otros se imprimieron para promover su culto, sirviendo de exaltación a la orden que los encargó. No obstante la temática de los libros ilustrados andaluces es muy variada, como se puede constatar en las entradas que se pueden consultar en esta plataforma.
- Matilla Rodríguez, J. M. (1991). El valor iconográfico de la portada del libro en el siglo XVII y su explicación en el prólogo. Cuadernos de Arte e Iconografía, IV, 8, 25-32. ↵